Peña Tremaya existió hace muchos años un castillo situado en una montaña alta y escarpada. Allí habitaba el conde D. Munio, esforzado, poderoso y valiente en las batallas. Estaba situado el castillo muy cerca de los Redondos, formado entonces por tres pequeños pueblecitos: S. Juan y Sta.María y otro ya despoblado.

Toda la merindad de La Pernía se veía desde allí: Lores, Casavegas, Areños, Camasobres, San Salvador, Lebanza, El Campo, Santiago, Polentinos, Vañes, Villanueva, Carracedo (ya despoblado) y también toda la Castillería: S. Felices, Celada, Roblecedo, Herreruela, Estalaya y Verdeña.Era la primera mitad del siglo XI, en tiempos de Sancho El Mayor de Navarra y Fernando I de Castilla. La leyenda sitúa entonces como conde de Pernía a D. Munio Gómez a quien llamaron D. Bustio, hijo de Gómez Díaz, conde de Saldaña. Su madre era Mumadona, hija del conde Fernán González. Aunque nuestro conde era ya mayor, quedó prendado de una gentil doncella, hija de Favila Fernández y Doña. Adosinda. La joven había nacido en el año 1000 y se casaron en 1020. El conde podría tener ya 60 años y ella, Elvira Favila, tenía sólo 20.Su vida discurría en el inexpugnable castillo de donde el conde descendía a cazar, ejercitarse en las armas y participar en las luchas de entonces. Era un hombre valiente y respetado. El matrimonio no tenía hijos. En un momento dado, diversas intrigas despiertan los celos del conde, quizás por la diferencia de edad, quizá por sus largas ausencias y, absolutamente obcecado, trama venganza contra Dña. Elvira.En una terrible noche de tormenta, echa del castillo a su mujer. Dispone para el viaje una mula coja, ciega, vieja y falsa y manda que la acompañe una criada sordomuda. Todo ello lo hace con el secreto afán de que mueran las dos despeñadas entre las rocas de la difícil bajada.Sin embargo, no es así. La Providencia guía a las mujeres por el peligroso sendero y, encomendándose a Dios y a la Virgen, logran descender al valle y llegan a un pequeño pueblecito. Es una verdadera proeza. Pero, aún es más, al atravesar el pequeño puente a la entrada del pueblo, se produce un milagro. La criada sordomuda empieza a gritar y a cantar en agradecimiento y alabanza a Dios que las ha guiado hasta allí. Todos quedan admirados por el prodigio. El pueblo, que se llamaba San Salvador de Tremaya, cambia entonces su nombre por el de San Salvador de Cantamuda y corre la noticia del milagro por todo el valle.Mientras tanto, el conde, dominado por los remordimientos, intenta suicidarse. Al fin se entera del milagro, pide perdón a Dios y se reconcilia a continuación con su esposa.Finalmente, en acción de gracias por lo sucedido, construye una iglesia dedicada a la Virgen Inmaculada en una antigua Abadía situada a media legua de Lebanza, también llamada, desde entonces, Sta. María de Alabanza.La condesa, por su parte, dedica otra iglesia a San Salvador, con triple ábside, mirando a Peña Tremaya. Se trata de la actual iglesia románica de San Salvador, verdadera joya en su estilo, que ahora es iglesia parroquial y está situada cerca del puente donde cantó la criada sordomuda. La leyenda añade que en esta iglesia está enterrada Dña. Elvira.

Peña Tremaya


El antiguo Sanatorio Antituberculoso de Valladolid
El Sanatorio de Valladolid estaba en la calle de Muro y tenía en su fachada algunos
rótulos que invitaban a prevenir con higiene y tratamiento la cruel dolencia
Foto: Colección Fundación Joaquín Diaz

La lucha contra la Tuberculosis en Valladolid durante el siglo XX tuvo en el Doctor Leopoldo Cortejoso –humanista, escritor y académico- su principal activo. Algunos de sus escritos (El dolor en la vida y el arte: ensayos médico-biográficos sobre tuberculosos célebres o La enfermera en la lucha antituberculosa, por ejemplo) descubrieron la especial sensibilidad de las personas que sufrían una enfermedad que, a su juicio, provocaba más dolor en el alma que en el cuerpo.

El centro en la actualidad

La tuberculosis fue la principal causa de mortalidad, particularmente entre las clases menos favorecidas, hasta que la superó el cáncer a comienzos del siglo XX. La Reina Victoria Eugenia patrocinó e inauguró algunos sanatorios que se fueron construyendo en España en las primeras décadas del siglo pasado. El de Valladolid estaba en la calle de Muro y tenía en su fachada algunos rótulos que invitaban a prevenir con higiene y tratamiento la cruel dolencia.

Fotografía publicada en la revista Blanco y Negro el 28-09-1919, con motivo de la inauguración del dispensario.

Fue inaugurado el 21 de Septiembre de 1919 con el nombre «Real Dispensario Antituberculoso Victoria Eugenia» por iniciativa y gestiones del entonces Director de Sanidad de esta provincia el Exmo. Sr.Don Román Durán, el cual fue su primer director. Tras ser clausurado, estuvo en desuso muchos años, siendo reformado y convertido en el año 1983 en el actual Centro de Educación de Personas Adultas Muro.

Un ectoplasma es una supuesta sustancia o energía espiritual producida por medios físicos cuando están en un estado de trance.

Etimología

El término deriva de las palabras griegas Ektos (exterior) y plasma (sustancia) y fue acuñado por el profesor Charles Ricket, presidente de una sola vez de la Sociedad para la Investigación Psíquica.

Descripción

El término fue acuñado para describir la sustancia que viene del cuerpo de un medio psíquico durante una sesión. Se ha descrito como siendo un gelatinosa, como gelatina y viscoso, y es por lo general de color blanco, y característicamente proviene de la boca del medio. Cuando mediums en las sesiones de espiritismo se conjurando primero hasta el ectoplasma, sería a menudo en la forma de una mano o, a veces una mano y un brazo que se llamaba una seudo vaina. seudópodos podían a menudo se mueven como un brazo real o mano. Podían mantener las cosas, recoger la materia para arriba, y empujar las cosas. Se estrecharon las manos de las personas que participaron en la sesión de espiritismo. Algunas de estas formaciones ectoplásmicos parecía muy realista, mientras que otros se parecían en nada como una mano o un brazo humano.

Las teorías sobre el origen y la existencia

Los espiritistas creen que es la materialización del cuerpo astral. Las entidades espirituales se dice que cuelgue esta sustancia sobre su cuerpo no físico, lo que les permite interactuar en nuestro universo físico. Algunos medios han informado que experimentaron dolor cuando el ectoplasma fue tocado o expuesto a la luz.

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Muchos medios fueron capturados la creación de su propia, ectoplasma falsa utilizando finas tiras de muselina, clara de huevo, mezclas de jabón, papel o gasa que regurgitan durante el Seance masticado. Otros investigadores han duplicado, con materiales no sobrenaturales, los efectos fotográficos a veces dice que probar la existencia de ectoplasma. Un investigador dijo que el ectoplasma que estudió no era más que «muselina mantequilla.» Y agregó: «Siempre ha sido y siempre lo será .. me parece un poco de producirse en una sesión de espiritismo, una vez que olía terriblemente de olor corporal, lo cual no era de extrañar, teniendo en cuenta dónde se guardaba.». Houdini escribió una vez que: «Nada ha cruzado en mi camino que me haga pensar que el gran Todopoderoso permitirá emanaciones del cuerpo humano de tales, viciosos, formas repugnantes horribles, que como ‘genio de la botella de bronce’ tocar campanas, mueva pañuelos, mesas oscilantes y hacer otros trucos flapdoodle «.

Minientrada  —  Publicado: febrero 10, 2014 en Uncategorized

Historia del lugar:Finalizada la Revolución de octubre de 1934, centenares de prisioneros asturianos y eibarreses fueron encerrados en estas galerías. Desde el principio, la falta de higiene y salubridad provocaron denuncias, con exigencias de traslado de los presos y del cierre de la edificación como penal. En septiembre de 1935, estas malas condiciones llevaron a la muerte de un miembro de la CNT de Santander, que motivaron paros en Pamplona. La muerte de otro preso produjo posteriormente protestas en toda España y un motín en el Fuerte, que fue reprimido, mientras en Pamplona era secundado por un paro general, y numerosos ayuntamientos solicitaron el cierre del penal y el traslado de los 750 presos a otras cárceles. Los traslados se iniciaron de forma tímida en noviembre.

En febrero de 1936, tras el triunfo del Frente Popular se decretó una amnistía para los presos políticos, de los que 400 estaban en el fuerte de San Cristóbal. Al salir los presos denunciaron las condiciones en las que estaban y culpabilizaron al ya ex ministro de Justicia Rafael Aizpún.

A partir del golpe militar de julio de 1936, en el que Navarra quedó bajo el control de los sublevados, volvió a llenarse el penal, y en pocos meses ya tenía una población de unos 2.000 presos. A muchos de ellos, sobre todo navarros y algunos riojanos se les anunciaba la «puesta en libertad» y cuando iniciaban el descenso del monte eran abatidos.

Subiendo hacia el fuerte, podemos encontrar por el camino, muchas cruces, en memoria de todos los hombres, que perdieron la vida, abatidos en el monte ezkaba

  

Entre el 1 de enero de 1937 y el 6 de julio de 1945, fecha del cierre como penal, consta la muerte de 305 presos, por motivos variados, predominando la «anorexia» y los «paros cardíacos». Muchas de ellas estaban relacionadas con la tuberculosis, ya que era centro receptor de otras cárceles con presos convalecientes por esta enfermedad como «Sanatorio Penitenciario». En el listado hay 25 en los que figura «traumatismo» como causa de la muerte. Estos habían sido fusilados, veintiuno de ellos el 1 de noviembre de 1936 y los otros cuatro el 17 de noviembre del mismo año. La mayor mortalidad se dio en los años 1941 con 51 personas y 1942 con 61.

Aunque aún no hay constatación, todo apunta a que en esta prisión también se produjeron sacas al inicio de la guerra, como la constancia de que en el mismo día, el 1 de noviembre de 1936, hubiera 21 muertos por «traumatismo».

A todo lo anterior hay que añadir los 225 muertos en relación con la fuga del fuerte en el año 1938.

Asun Larreta, presidenta de la Asociación de Fusilados de Navarra, refiere que a todas estas cifras hay que añadir unos 200 desaparecidos, que no constan en los archivos y que en su mayoría fueron asesinados.

La fuga del fuerte de san cristobal 

La fuga del Fuerte de San Cristóbal se produjo el 22 de mayo de 1938, y en la historia mundial de las evasiones es una de las más destacadas, tanto por el número de fugados como por lassangrientas consecuencias.

En 1938 había 2.487 personas detenidas, en su mayoría dirigentes políticos y sindicales y militantes revolucionarios y republicanos. Estos eran tratados de forma inhumana con maltratos en forma depalizas, hambre extrema y piojos, habiendo constancia de la muerte por esas condiciones de 305 presos, contabilizadas del 1 de enero de 1937 al 6 de julio de 1945, fecha del cierre como penal, como se ha relatado con anterioridad.

La fuga fue preparada por unos treinta presos de forma minuciosa. La operación se inició a la hora de la cena, momento en que había más dispersión de los guardianes. En distintos grupos fueron desarmando a varios de ellos y tras coger su armamento, se dirigieron a donde estaba cenando la compañía de soldados de guardia. Un soldado que opuso resistencia, murió como consecuencia de un golpe con una barra. Posteriormente rindieron también a los soldados de las garitas. En una media hora el fuerte fue tomado por los reclusos, que salieron al exterior.

Un soldado que volvía de Pamplona se apercibió de lo que estaba ocurriendo y bajó a la ciudad a dar la voz de alarma. Además, un preso, el falangista Ángel Alcázar de Velasco, encarcelado tras los sucesos de abril de 1937 en Salamanca, también corrió monte abajo para avisar.

Cuando los camiones de los militares con grandes reflectores se acercaron hacia el fuerte, algunos de los presos desistieron en su fuga, de tal forma que fueron contabilizados, a las dos y media de la madrugada, 1.692 presos. Se fugaron, por tanto, 795 de los detenidos, que iban mal calzados y vestidos, desnutridos, con escasos fusiles y en desbandada, sin organizar un plan de huida. Se inició inmediatamente la caza de los mismos, que sin apenas resistencia fueron siendo abatidos y detenidos. Consta que el mismo día 23 se detuvo a 259 evadidos, el día 24 ya eran 445 y los días sucesivos a grupos menores. El último fue capturado el 14 agosto, tres meses después, siendo apodado «Tarzán», por aguantar tanto tiempo sólo en el monte.

De los 795 fugados fueron detenidos 585, pasando sólo la frontera francesa tres de ellos, e identificando 187 cadáveres, a los que hay que añadir 24 muertos más sin identificar. Esto da, según la contabilidad del fuerte, cuatro más, que pudieran ser huidos de la represión en la retaguardia encontrados tras las intensas pesquisas desarrolladas para capturar a los fugados del fuerte. Aunque la mayor parte pereció en Ezcabarte, que es la cara norte del monte, en Olaibar y en Baztán, la mayoría está registrado en Ansoáin en la falda sur del monte. En total, 211 asesinados durante la captura de los fugados. De los capturados, 16 fueron sometidos a juicio acusados de ser cabecillas, uno fue internado en el manicomio de Pamplona y 14 de ellos fueron condenados a muerte. Estos fueron fusilados en la Vuelta del Castillo, detrás de la ciudadela el 8 de septiembre de ese mismo año: Gerardo Aguado Gómez, Teodoro Aguado Gómez, Bautista Álvarez Blanco, Calixto Carbonero Nieto, Antonio Casas Mateo, Daniel Elorza Ormaetxea, Antonio Escudero Alconero, Ricardo Fernández Cabal, Francisco Herrero Casado, Francisco Hervas Salome, Primitivo Miguel Frechilla, Miguel Nieto Gallego, Rafael Pérez García y Baltasar Rabanillo Rodríguez.

En las posteriores diligencias aparece el delator falangista Ángel Alcázar de Velasco, que vio reducida su pena. Con la reducción de penas también se vieron agraciados otros 60 internos, por colaborar. El director del establecimiento, Alfonso de Rojas, fue destituido de su cargo.

El ejército lo abandonó en 1987, quedando un retén militar de vigilancia hasta 1991. En estos momentos se encuentra abandonado, siendo aún propiedad del Ministerio de Defensa.

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Vídeo  —  Publicado: febrero 6, 2014 en Uncategorized

diablo-iii-imagen-i216152-i LA TRINIDAD Y LA MARCA DE LA BESTIA

En Babilonia tres seres humanos, usurparon la adoración y la gloria que se le debe dar al único Dios Verdadero, quien es nuestro Señor Jesucristo. Nimrod, Semíramis y Tamuz formaron una deidad triuna, pues se argumentó que siendo tres que no eran tres sino uno. Enseñaron que ellos estaban perfectamente unidos como un solo dios.
La trinidad es una doctrina diabólica pues proviene de Babilonia. La trinidad fue inventada en Babilonia cuando se argumentó que tres seres humanos (ahora llamados dioses) formaban una sola divinidad. El número del hombre es el seis, y tres seis unidos en uno nos conducen al número seiscientos sesenta y seis, el número de la bestia. La trinidad es una doctrina diabólica que presenta como dios a un dios que no es el Dios de la Biblia.
“Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis.” (Apocalipsis 13:18)
Por esta razón, otros de los símbolos utilizados para representar al dios trino inventado en Babilonia consistían en la exhibición de tres números seis formando una sola unidad.

Villacreces -Valladolid-

Publicado: enero 20, 2014 en Uncategorized

Historia

Villacreces pertenece al municipio de Santervás de Campos, ubicado en el extremo norte de la provincia de Valladolid, en plena Tierra de Campos, una rica llanura cerealera que comprende varias provincias del norte castellano-leonés y ostenta una larga historia que comienza en tiempos prerromanos con el asentamiento en estas tierras de los vacceos, pueblo de origen celtíbero. Después fueron habitadas sucesivamente por romanos y visigodos. De estos últimos, deriva el topónimo Campi Gothorum, antigua denominación de la comarca.

En el siglo VIII, cuando los musulmanes entraron en España, Tierra de Campos estaba prácticamente deshabitada y pasó a ser un desierto fronterizo entre cristianos y moros. No es hasta principios del siglo IX cuando comienza el repoblamiento con colonos de la montaña y mozárabes. Gracias a esto, varias villas llegaron a tener gran importancia comercial y económica, no obstante, a partir del siglo XVIII la comarca entró en decadencia y en la actualidad tiene problemas de despoblación como muchas otras regiones de España

A juzgar por lo que queda de la iglesia y su enorme torre mudéjar, Villacreces llegó a tener cierta importancia. En el siglo XIX contaba con hospital, que ya es mucho decir.

Sebastián de Miñano y Bedoya en su Diccionario Geográfico Estadístico de 1828 llama a este pueblo Villacruces y lo describe de la siguiente forma:

“V.S, de España, provincia de Valladolid, partido de Rioseco, obispado de León. A.O., 50 vecinos, 160 habitantes, 1 parroquia, 1 hospital; situado en terreno sano y bastante fértil, con algunos árboles frutales y excelentes aguas. Riega su término el río Valderaduey, y linda con los de Escobar de Campos, y Zorita de la Loma. Produce trigo, cebada, avena, vino, guindas y ciruelas. Dista 10 leguas de la capital. Contribuye 5,85 rs. 32 maravedíes.”

Durante la Guerra Civil la preciosa iglesia de estilo mudéjar dedicada a San Cipriano quedó semidestruida y tuvo que ser reparada con las aportaciones económicas de los vecinos.

En 1981 el pueblo se quedó completamente deshabitado, después de un lento e inexorable éxodo. Parte de sus antiguos habitantes se mudaron a Villada, una localidad palentina próxima, pero seguían visitando periódicamente Villacreces, hasta que en 1989 vieron como su iglesia era desmantelada ladrillo a ladrillo por el entonces párroco de Arenillas de Valderaduey para restaurar su propio templo.

Situación actual

Tierra de Campos se caracteriza por sus compactas construcciones de abobe o tapial, y los innumerables palomares que son seña de identidad de la región. Estos singulares edificios, hoy en su mayoría ruinosos, pueden tener diversas formas, pero la más extendida es la circular con patio interior. En Villacreces hay dos palomares de este tipo que aún conservan sus anillos concéntricos repletos de hornacinas por donde asoman la cabeza algunos pichones.

Villacreces lleva sólo 30 años deshabitado y sin embargo su estado es de ruina total. El adobe ha resistido muy mal el paso del tiempo, sin embargo es este material con su color ocre que se funde con la tierra y la enorme torre mudéjar todavía en pie, lo que dan al despoblado un aspecto hasta cierto punto irreal, como producto de una ensoñación.

La torre mudéjar del siglo XVI, al ser casi el único edificio levantado en ladrillo, está condenada a quedar, con el paso de los años, como único testigo de la presencia humana en este paraje. La iglesia de la cual formaba parte fue primero dañada en la Guerra Civil y posteriormente desmantelada para usar sus ladrillos en otras iglesias de la zona, así que sólo quedan en pie la espadaña y los restos del ábside.

Hacia el norte, a corta distancia y en medio de una frondosa arboleda está la fuente, un pequeño edificio abovedado con una puertita metálica y dos depósitos de agua que parecen estar aún en uso. En sentido opuesto, en lo alto de una colina, está lo que queda del cementerio: una pequeña caseta y tres tumbas vacías con sus lápidas destrozadas.

Ocultos entre los cardos, prácticamente en todo el despoblado, hay grandes pozos y cuevas, algunas con arcadas, que parecen haberse utilizado como bodegas o despensas. Hay que caminar con mucho cuidado porque no se ven con claridad y son muy profundas.

Hay otro edificio destacable que parece haber cumplido alguna función pública muy cerca de la torre. Su fachada de ladrillo tiene algunas pintadas y en su interior podemos ver finos acabados, columnas estilizadas y arcadas con molduras en pésimo estado de conservación.

En el Catastro figuran 52 parcelas de suelo calificado como urbano y 9 edificaciones sobre rasante también calificadas como urbanas, aunque las construcciones en ruina sobre el terreno son muchas más. Algunas, como el cementerio, quedan fuera del casco urbano, en fincas rústicas de la periferia.ImagenImagenImagenImagenImagen

LAMENTABLE.

Publicado: enero 19, 2014 en Uncategorized

ayer amigos os presente un pequeño reportaje sobre el Monasterio de Santa María de las Tiendas (Calzadilla de la Cueza, Palencia) hoy me pongo a buscar mas información del lugar para hacer una visita al sitio y cual es mi triste sorpresa al enterarme que el sitio a sido derruido ¿Como es posible que se haya destruido esta joya medieval? ¿A nadie le importa este expolio de nuestro patrimonio? al parecer se están vendiendo sus ladrillos, tejas y vigas como material de deshecho para hacer un hotel en un pueblo de la provincia de Valladolid… y lo peor de todo es que nadie se ha quejado, ni ha echado de menos este testigo mudo de la historia…

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En las cercanías de Calzadilla de la Cueza se encuentran las ruinas del antiguo monasterio de Santa María de las Tiendas. Sus orígenes se remontan a época medieval, concretamente al siglo XII, cuando la Orden de Santiago fundó en esta zona un hospital para peregrinos que fue el germen del monasterio. El hospital fue uno de los más famosos de la Ruta Jacobea y estuvo en funcionamiento hasta el siglo XIX, momento en que inició su ruina. Los peregrinos franceses eran los más asiduos a esta institución hospitalaria, ya que era muy referenciada en las guías de la época, denominándola «abadía del Gran Caballero». Entre sus tesoros destaca el retablo de la iglesia, atribuido a la escuela de Juan de Juni, hoy en la parroquial de San Miguel, en la cercana Calzadilla. La moderna ermita es una construcción actual, siguiendo el estilo neogótico, conservándose en su interior un escudo, fechado en el siglo XVII, perteneciente a la familia Sandoval.

Leoncie Melanie Estephanie, de 43 años de edad, fue la última en morir. Pocos días después de que su cuerpo fuera sepultado junto a los de sus doce hermanas, aquella congregación decidió poner fin a un exilio maldito sin saber que con ello daba inicio una leyenda que todavía hoy pervive en Arlanzón sobre las propiedades mortíferas de sus abundantes aguas. Aquellas monjas francesas, que habían reconvertido un abandonado balneario decimonónico en un convento, regresaban a Francia diezmadas, dejando en el cementerio y en la iglesia de la localidad burgalesa memoria de su paso por tierras castellanas: trece cruces, trece historias que ahora, cien años después, tres investigadores burgaleses han desenterrado del olvido y convertido en una sola para arrojar luz sobre tan oscuro y extraño episodio.
Elías Rubio, Miguel Moreno y Benito del Castillo han recogido el resultado de sus investigaciones en los números 242 y 243 del Boletín de la Institución Fernán González. En el artículo, titulado Las monjas de Voiron en Arlanzón, ponen al descubierto la enigmática y fascinante historia de unas religiosas francesas que, expulsadas en 1904 de su convento de Voiron, en los Alpes, cerca de Grenoble, empujadas por el ambiente anticlerical que se respiraba en el país galo, recalaron en Burgos, más concretamente en el pueblecito de Arlanzón, donde no muchos años antes había quedado desahuciado un complejo termal, que había operado en el siglo anterior con el nombre de ‘Los baños de Arlanzón’, que solía anunciarse en la prensa local con el siguiente reclamo: «Aguas bicarbonatadas-cálcicas nitrogenadas, especiales en los padecimientos de estómago, hígado, aparato urinario y vías respiratorias».
Los investigadores burgaleses han conseguido saber que estas mujeres, pertenecientes a la orden de las salesas, recalaron en Burgos en el otoño de 1904. La congregación del convento francés de La Visitación contaba con 42 religiosas en aquella fecha. Aunque no vinieron todas, sí lo hizo la mayoría, si bien de forma escalonada, como recogieron en las crónicas o diario sus hermanas españolas del convento de Burgos, por el que pasaron todas antes de dirigirse a Arlanzón. Al frente de la congregación exiliada, su superiora, sor María Juana de Sales Boël, quien ya en 1903 se había dirigido al arzobispo de Burgos para informarle de la intención que tenía su comunidad de instalarse en el balneario burgalés, «arrendado» a este efecto «con los terrenos que al mismo rodean» y solicitar su permiso, concedido rápidamente por monseñor Gregorio María, quien además lo bendijo «por juzgarlo útil y beneficioso a la Diócesis en general y especialmente a los intereses espirituales y aun materiales de la villa de Arlanzón». La mayor parte de las monjas eran francesas, pero también había una inglesa, una alemana, una saboyana y hasta una africana.
Sin embargo, su estancia en tierras castellanas no pudo empezar de peor manera.Aunque las religiosas se obstinaron por aprender español para una mejor integración, y pese a que desde el primer día fueron bien acogidas por los vecinos de la villa, entre noviembre y diciembre, en menos de cuarenta días, fallecieron seis hermanas, y no precisamente las de más avanzada edad; de hecho, cuatro de ellas eran menores de 45 años. El dictamen médico de la época apuntó a una gastroenteritis, una fiebre gripal y cuatro fiebres tifoideas como las causas de las muertes de estas hermanas, si bien los autores del estudio sospechan que los dos primeros casos fueran mal diagnosticados.
Tras aquel embate brutal, las monjas vivieron unos meses más tranquilos, aunque, según llegó a confesar en una carta remitida al abad de San Pedro de Cardeña sor Juana Teresa Chevalier, elegida en 1906 como superiora de la comunidad establecida en Arlanzón, lo estaban pasando mal física y anímicamente porque tenían mermada la salud. Ese mismo año fallecieron otras dos monjas. En abril, con 86 años, Sophie, por un fallo cardiaco; y en noviembre, también por una lesión en el corazón, Marie Augustine, hermana que arrastraba una historia rocambolesca y posiblemente la primera mujer negra que habían visto nunca los vecinos de Arlanzón.
Los historiadores han averiguado que esta hermana, nacida en un lugar de África, había sido comprada en El Cairo por un sacerdote francés a un negrero y entregada al convento de Voiron.

trágico final. En el año 1907 sólo hubo una baja en la comunidad: la hermana Clementine, de 74 años de edad, fallecida, según el dictamen médico, por una hemorragia cerebral. Pero en 1908, el año en que iba a concluir el exilio para todas aquellas congregaciones religiosas que se habían visto obligadas a huir de Francia unos años antes, la muerte regresó con avidez, cebándose intramuros del viejo balneario.En un mes, entre enero y febrero, fallecieron tres hermanas, dos de ellas treintañeras, y una cuarta, la última, lo haría en junio. Coligen los investigadores que estas últimas muertes, pese a ser tan seguidas, no guardan relación con aquellas seis primeras de 1904, donde sí parece claro que algo externo provocó la mortandad, dado que su investigación ha revelado que ese nefasto año se produjeron en Arlanzón  otras catorce muertes de adultos por causas febriles o gastrointestinales. Así, sugieren que pudo ser un bacilo, contagiado a través del agua, lo que llevó a la tumba a tantas personas aquel año terrible. Y, desde luego, no fueron la dura aclimatación ni una peste, como siempre se creyó, las causas que fulminaron a las seis monjas francesas. Sin embargo, sigue existiendo hoy, más de cien años después, la creencia de que las aguas de Fuentecaliente son más mortíferas que otra cosa; leyenda que se incrementó en aquellos años por mor de una epidemia de tuberculosis que arraigó en Arlanzón.
De hecho, las instalaciones abandonadas por las monjas en 1908 fueron utilizadas durante la Guerra Civil por fuerzas militares y «a partir de los años 40, aunque tuvo diversos usos, nunca sufrió ningún expolio, ni los vecinos se solían acercar por allí, en la creencia de que aún permanecían en el ambiente las ‘miasmas’ que habían causado tantas muertes en tan poco tiempo», escriben los autores del estudio.
Las trece monjas francesas fueron enterradas en el viejo cementerio de Arlanzón, aledaño a la iglesia de San Miguel. Las cruces que las recuerdan han permanecido en el exterior del ábside románico del templo, roídas por el óxido, hasta hace unos meses, en que fueron descolgadas y guardadas en el interior. Allí se conservan, arrumbadas, herrumbrosas, como testigos mudos de una epopeya tan truculenta como alucinante.

el Cristo del Otero, el más grande de Europa, y el segundo más grande del mundo, guarda su historia…

Su estatua fue construida por uno de los escultores más famosos de España del siglo XX, Victorio Macho.
Y su historia, nos la contaron hace un par de años en televisión, en Cuarto Milenio presentado por Iker Jiménez.
Sin embargo, ¿quién sabe que hace más de 800 años hubo otro Cristo del Otero en otro cerro al lado del actual? Una estatua más grande que la actual, aunque no era de granito.

Nos remontamos al año 1171, año en que nació la reina de Castilla Doña Berenguela, hija del rey Alfonso VIII. A ambos les encantaba la ciudad de Pallantia, nombre romano de la actual Palencia. Vinieron a visitarla varias veces,y en una de ellas, cuando empezó a tomar forma el proyecto que ella deseaba, erigir una colosal estatua del Corazón de Jesús en el cerro más alto de la ciudad, pese a estar algo más alejado del casco histórico, de 30 metros de altura y 5 metros de diámetro en la base.

La estatua fue de oro, se veía desde los cuatro puntos cardinales dado el reflejo del astro rey sobre ella. Pesó mas de 11.000 toneladas y trajo grandes riquezas a la ciudad, debido al peregrinaje.

Pero, ¿qué fue lo que ocurrió para que esa estatua no llegara hasta nuestros días?

Los Pallantinos nos hicieron llegar después de más de 700 años un papiro envejecido por el tiempo en el que se narra lo siguiente:

Una tarde, el cielo se cubrió de nubes amenazantes, desencadenándose una tormenta como las que nunca hubo, donde el estruendo de los truenos hacía temblar las casas, donde las cataratas provenían del mismísimo cielo, inundando la ciudad y sus campos.

La tormenta se alargó durante toda la noche, y fue tal la dimensión de la tormenta, que los pallantinos optaron por encerrarse en sus casas con el cerrojo echado y asegurado, mientras trozos de hielo, del tamaño de un puño, caían del cielo mezclándose con la lluvia, cayendo sobre los tejados.

Y fue cuando al amanecer, la población se dio cuenta, en aquel 10 de diciembre de 1344, de la desaparición de aquella monumental figura de oro.

Cientos de rumores sobre la desaparición existieron, desde el robo (descartado por su excesivo peso), su fundición debido a los innumerables truenos que podrían haber caido sobre él (descartado ya que los pallantinos fueron con picos y palas hacia el cerro y no encontraron absolutamente nada)… Pero aún hoy sigue siendo un misterio, uno que no ha sido olvidado…

Vídeo  —  Publicado: enero 13, 2014 en Uncategorized
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